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jueves, 12 de junio de 2008

Pesqueros de Guilvinec

Uno de los mayores sustos de mi vida ocurrió navegando a la altura de la isla de Noirmoutier [ googleearth: 46º59'N + 2º15'W ]. De noche, sin luces de posición porque la batería estaba bajo mínimos. Yo estaba a la caña. Oigo un ruido y le propongo al navegante que encienda las luces. En cuanto lo hace, un foco muy potente nos deslumbra. Era un arrastrero, que tampoco debía llevar muchas luces, nos enfoca, y todo termina con un pequeño susto mutuo. Así es la vida de los navegantes.

Una de las mayores alegrías de mi vida nos la dio otro pesquero. Estábamos abarloados en un muelle en la isla escocesa de South Uist [ googleearth: 57º21'N + 7º14'W ], con bastante mal tiempo. Por las mismas razones, atracó en el muelle un pesquero. Se nos ocurrió comprarles algo de pescado para pasar la noche. Sólo tenían vieiras. Les pedimos una docena. Sonriendo nos preguntaron si teníamos a mano un cubo de baldeo. Nos regalaron 2 cubos de hermosas vieiras. En los siguientas días nuestro principal problema fué conseguir variar las recetas para comernos los moluscos. Todo sea por el buen entendimiento de los veleros y los pesqueros :-)


El mar, día a día. 12 de junio.

Guilvinec. La flota pesquera regresa cada día hacia las cinco de la tarde para la subasta del pescado. Estos barcos suministran los famosos langostinos de la región de Pont l'Abbé.

Cada año, los mares y los océanos del planeta depositan en las redes de los pescadores 4 millones de toneladas de merluza de Alaska, 2,4 millones de toneladas de arenques del Atlántico y 2 millones de toneladas, respectivamente, de anchoas de Japón, de chicharros de Chile y de caballas de España. Los langostinos de Pont l'Abbé, en el sur de Finistère, no se incluyen entre las principales especies que se pescan en el mundo y el volumen de su captura es muy restringido, pero siguen siendo un plato muy apreciado por la gente de la zona y los gourmets. Cuando los bous de Guilvinec [ googleearth: 47º47'N + 4º17'W ], escoltados por las gaviotas, regresan con la marea, estos entendidos acuden a los muelles e interceptan algunos kilos de este delicioso crustáceo antes de que las agitadas cajas desaparezcan en la cercana subasta. En diciembre de 2002, un barco de pesca de Guilvinec no volvió con la marea. La pesca es un oficio particularmente peligroso y, a escala del planeta, cada día desaparecen en el mar 65 marinos-pescadores.


[ Le Guilvinec ]

[ Fotógrafo: jc.queffelec ]


- - - fin del día 12 de junio - - -


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